lunes, 7 de julio de 2014

La tinta de Dios

A la larga, el patrimonio de una hermandad, pasa a ser un tesoro, no solo artístico, si no también impregnado de cientos de sentimientos. Aunque el tiempo se encarga de borrar, en ocasiones, unas emociones, una historia, un amor.... detrás de unos varales, de unas potencias, o de un bordado.... son los historiadores, o los propios anales de la hermandad lo que en
ocasiones vislumbran esas historias que se esconden tras el patrimonio de una hermandad. 
La nuestra, pese a su juventud, ya tiene impregnado mucha historia en sus escasos enseres. Las bambalinas y el palio tienen guardados esa ilusión y hasta la esencia de nuestra hermana Esther que ya goza de la gloria de Dios, y que sabe el esfuerzo que supuso aquello, como ello, faldones, o hasta túnicas y Sayas, historias que están en la retina y que cuando lo vemos en nuestros titulares, nos viene a la memoria tantos recuerdos, que a fin de cuentan son los que hacen una hermandad. 
Si es cierto que una hermandad es vida Social hacia los necesitados, Si es cierto que una hermandad es un encuentro que busca la Santidad a través del amor, nunca de la imposición, para llegar a Dios... pero también es un lugar repleto de recuerdos, de historias, de anécdotas que son el cemento de esas piedras que es la historia. 
En esta labor, nuestra hermandad, ha empezado un proyecto muy hermoso, como es el curso de bordado en oro, lejos de la palabra patrimonio, o la palabra calidad, encontramos la palabra, risas, unión, esfuerzo, dedicación amor... pues sin ellas no se podría entender la dedicación  que se pone para realizar piezas que pueden tener un incalculable valor, pero que requieren de una cantidad de tiempo bestial. 
El bordado en Oro no es fácil, no solo consiste en aprender  puntadas, dirección, técnica etc.... si no también en amar lo que se está haciendo, tal vez una de las cosas, de las más importantes que tenía Juan Manuel Rodríguez Ojeda, era el inmensísimo amor que profesaba hacia la Virgen de la Esperanza. Él fue un instrumento de Dios para dar gloria a su palabra  a través de la plasticidad del bordado, de la vestimenta... un fiel testimonio del amor, del verdadero y puro amor.
Como dice San Pablo, sin amor no somos nada... no solo hacia otras personas, si no hacia lo que se hace, ese es el camino el verdadero y el único: el amor.  Y Cuando ese amor es la única pluma, Dios es el que se encarga de que nunca falte tinta para seguir escribiendo. Los grandes cofrades, los grandes artesanos cofrades, han sentido verdadero amor hacia su trabajo, hacia Dios, hacia lo que hacían, eso ha llevado a que lo que han hecho, simplemente sea sublime. 
Tal vez nuestras manos, nuestra gente, nuestra hermandad, nuestros costaleros, no son lo más religiosos, ni los más entregados, ni los de mayor dedicación o los que mejores ideas tienen, o los que más capillitas son, o los que más van a misa.... pero una cosa es cierta, todo lo que hacen lo hacen como amor, con cariño, y con ilusión, y es Dios, el que va tranzando los puentes para ir salvando obstáculos. 
Esa es la única verdad a tantas preguntas que nos han hecho: el amor.